Un oboe magnífico y una Filharmonía siempre sólida

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Octavio Beares 06.02.2015 | 02:04

La dirección de la orquesta compostelana recayó ayer en Clemens Schuldt, de quien se ha dicho que es "emergente" y capaz de sacar petróleo allí donde la tradición nos dice que hay poca tela que cortar".


Schuldt ha sido el ganador del concurso de dirección Donatella Flick en 2010 y ha colaborado con directores como Colin Davis, Valeri Guerguiev, Daniel Harding o Simon Rattle. Su dirección conjuga sabiamente el ímpetu con el matiz, y saca a la orquesta una gran riqueza tímbrica. Director preciso y de hábil gestualidad corporal, se ajustó perfectamente al programa, en esta ocasión extenso: Haydn, Bach, Zimmermann y Ludwig van Beethoven.

De Franz Joseph Haydn (1732-1809) sonó la Obertura de "L´infedeltà delusa", Hob. XXVIII. El compositor es una de las figuras claves del clasicismo junto a Mozart y Beethoven, siendo considerado padre de la sinfonía, la sonata y el cuarteto de cuerdas (aunque ciertamente estas formas ya existían, pero él las desarrolló con éxito). La ópera a la que pertenece la obertura fue escrita en 1773, en honor a la princesa María Anna Luisa, y es una música ágil y luminosa.

De Johann Sebastian Bach (1685-1750) la Real Filharmonía de Galicia interpretó el Concerto para oboe nº 4 en La maior, BWV 1055. Para esta obra se contó con el concurso del intérprete Lucas Macías. Vital, de gan riqueza rítmica y dialogante, es una pieza en que se luce el solista. Macías es solista de la Royal Concertgebouw Orchestra de Ámsterdam, de la Orquestra do Festival de Lucerna y de la Orchestra Mozart de Bologna. Evidentemente esto indica el gran reconocimiento del onubense en el ámbito internacional. Su interpretación fue muy aplaudida, merecidamente.

También para oboe, estrenando la segunda parte tras el descanso, es el "Concerto para oboe e pequena orquestra" de Bernd Alois Zimmermann (1918-1970), uno de los compositores más destacables de la segunda mitad del pasado siglo XX, pleno de originalidad. Se trató de la obra menos cómoda pero no por ello falta de belleza.

Finalmente, también sonó un siempre imponente Beethoven(1770-1827) que capitalizó la segunda parte del concierto, en esta ocasión con su primera sinfonía, la Do mayor, op. 21. Esta sinfonía se trata de un modelo de clasicismo formal, aunque no por ello deja de presentar ya ciertos rasgos innovadores. Al tiempo es una obra alegre y serena, de una plena sencillez muy grata al oyente que la hace colofón ideal.

Con el concurso de dos nombres destacables, el del solista y el de la dirección, el teatro García Barbón de Afundación se llenó de un público que con su presencia, quiere apoyar a la clásica.

FOTO Clemens Schuldt dirige a la Real Filharmonía anoche en el Teatro del Centro Cultural Afundación. // Grobas

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